Dulce madre, tu rostro como dormido estaba
con aquella serenidad
tan efusiva en tus párpados
y una pequeña sonrisa en tus labios
más mis manos al tocar tu cara
se enfriaron como témpanos de hielo
y aquel calor humano que brotaba de tu corazón,
hacia el profundo del universo tuvo que viajar
dejando los trigales tristes
y melancólico el viento
Ya falta la alegria en la casa
de aquella sonrisa y de aquel caminar
y de aquel perfume que brotaba de tu piel
que tanto extraño
más tu rostro no lo veo
con el pasar del tiempo
pero en lo más profundo de mi corazón
tu corazón vive en mí.